lunes, 25 de agosto de 2008

Lunes 18 de Agosto 2008
Diario LA NACION - Buenos Aires

Juan Pablo Di Pace
UN ARGENTINO EN EL MARAVILLOSO MUNDO DE ABBA

El actor tiene un papel destacado en Mamma mia!, el film con canciones de la banda sueca protagonizado por Meryl Streep y Pierce Brosnan,que se estrenará el jueves


En una de las escenas clave de la película, el actor porteño Juan Pablo Di Pace acompaña al personaje de Amanda Seyfried al altar en una isla griega

Por Marcelo Stiletano De la Redacción de LA NACION


Hace algunos meses, luego de tres largos años de ausencia, Juan Pablo Di Pace regresó a la Argentina. Volvió al entorno familiar de San Martín; se reencontró con amigos y paseó por sus calles inadvertido, como un vecino cualquiera, por más que buena parte de las horas de charla compartida deben haberse dedicado a oírlo hablar de su última experiencia en el promisorio camino artístico que lleva adelante desde Londres: allí y en las islas griegas compartió largas jornadas de rodaje con Meryl Streep, Colin Firth y otras notables figuras de Hollywood.

En su próximo viaje, difícilmente Di Pace pueda moverse entre nosotros sin ser reconocido con alguna facilidad, ya que su rostro recorre el mundo como parte del elenco de Mamma mia!, la versión fílmica del exitosísimo musical con las canciones más festejadas de Abba que lleva más de 2800 representaciones en Broadway.

Con la música de la mitad masculina del cuarteto sueco (Björn Ulvaeus y Benny Anderson) y la misma directora de la puesta teatral (la inglesa Phyllida Lloyd), la historia de Mamma mia! , cuyo estreno anuncia UIP para el próximo jueves, llega a la pantalla grande, respaldada por nombres muy conocidos, que se animan sin excepción a cantar y bailar.

Streep es Donna Sheridan, la dueña de un hotel situado en un paradisíaco enclave del Egeo, en vísperas de la boda de su única hija, Sophie (Amanda Seyfried). Sin decirle nada a su madre, la muchacha invita a la fiesta a tres ex novios (Firth, Pierce Brosnan y Stellan Skarsgard), con la idea de saber cuál de ellos es su verdadero padre. Ese reencuentro, paralelo al que vive Streep con dos viejas compañeras de andanzas juveniles (Julie Walters y Christine Baranski), complica y enreda las cosas, sazonadas en ese momento tan especial por los pegadizos grandes éxitos del grupo escandinavo.

Detrás de ese grupo protagónico y al frente de una suerte de coro griego de participación clave en la trama, aún sin parlamentos, aparece Di Pace. "Hace unos años había hecho aquí el musical Chicago -dice a LA NACION el actor, compositor, director y autor argentino de 28 años, al teléfono desde su casa londinense- y el director de casting, que resultó ser el mismo de Mamma mia! , se acordó de mí y me llamó."

Convinieron de inmediato un encuentro con Lloyd, y en él la directora le ofreció a nuestro compatriota el papel de Petros. "Me dijeron que yo les interesaba para este personaje, que no habla, pero tiene una presencia importante en la historia, y que si me gustaba, era mío. No lo pensé mucho; dije que sí en el momento, y al día siguiente ya estaba ensayando", relata.

A excepción de las escenas que tenían que ver estrictamente con el mar, filmadas en las islas griegas de Siathos y Skopelos, todo el resto del rodaje de Mamma mia! transcurrió en los estudios Pinewood, de Londres, los mismos que se hicieron famosos por los films de James Bond. "Nos hacían pasar por la cama solar casi todos los días. Todos teníamos que estar negros antes de llegar a Grecia, para no tener problemas con el maquillaje", comenta risueñamente Di Pace, como si se hubiese ido de Buenos Aires hace apenas una semana.

Streep, una reina
Nuestro compatriota compartió la mayoría de sus escenas con Streep y con Firth, de quienes guarda los mejores recuerdos. "Normalmente, uno se frustra cada vez que se encuentra cara a cara con un ídolo, pero con Meryl ocurrió todo lo contrario. Es una persona que supera todo lo que uno espera de ella. No sólo es generosa, sino que también la sentí como una auténtica madraza. Además de su enorme talento, transmite una energía muy especial cada vez que aparece en alguna reunión, y allí debe estar una de las recetas de su éxito. Por un lado, tiene la inocencia de quienes disfrutan de la actuación como un juego, y, por el otro, es una reina, una gran mujer."

Di Pace aprovechó las pausas para observar incansablemente a Streep entre bambalinas: "Pude verla dándole a la directora distintos colores de actuación toma tras toma. Todas sus intervenciones eran diferentes, y todas perfectas. Cada una tenía sus pequeños matices, suficientes como para ganar un Oscar. Además, verla hacer un papel tan divertido después de deslumbrarme viéndola en personajes dramáticos fue algo único".

Y a propósito de este encuentro tan estimulante, Di Pace lamenta que un cuadro coreográfico entero con canción incluida que comparte a solas con Streep haya sido eliminada del montaje final. "Es una lástima, pero como había que incluir varias partes habladas y explicar lo que les ocurre a los personajes hubo que dejar mucho material afuera. Ojalá ese cuadro aparezca en el futuro DVD. Creo que estaba entre lo mejor de la película", señala.

En cuanto a Firth, el circunspecto galán de El diario de Bridget Jones , Di Pace también lo elogió, sobre todo porque no teme exponer sus inseguridades. "En la película -señala-, el personaje de tipo que parece como de madera le queda bárbaro, pero fuera del set es un tipo muy amigable. Incluso volví a trabajar con él después de Mamma mia!, cuando me convocaron para coreografiar un tango que Colin baila con Jessica Biel en la película Easy Virtue . A él no le gusta mucho bailar, pero con el tango se sintió mucho más cómodo que con las canciones de Abba. Traté de ponerlo cómodo y pasamos otra semana de trabajo muy grata."

Para Di Pace, Mamma mia! es el resultado de la combinación de una historia "bastante convencional" y un grupo de actores de gran calibre, cuyo resultado es una "fórmula ganadora". Y si bien es consciente de que muchas puertas se le pueden abrir gracias a un film que lleva recaudados 290 millones de dólares (cuatro veces el valor de su costo de producción, 52 millones), también dice que se acostumbró a no esperar todo a partir de un solo trabajo.

"Cuando filmé Three , con Billy Zane, creía que me iba a llevar el mundo por delante y la película, en cambio, tuvo un recorrido calamitoso. Ahora estoy aprovechando el tiempo en muchas cosas, escribiendo, dirigiendo cortos, actuando, porque mi vida tiene un poco de todo: teatro, cine, televisión, música, dirección. Con el tiempo, me di cuenta de que las mayores satisfacciones llegan cuando uno pone el pie en los proyectos propios."


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